martes, 10 de febrero de 2009

Freud y el psicoanálisis

Sigmund Freud, no sólo influyó de un modo determinante en la formación de la psicología moderna sino que fue una de las principales figuras intelectuales del siglo XX. Freud participó en el tratamiento de pacientes neuróticos. El psicoanálisis, consiste en dejar que los pacientes hablen libremente sobre sus vidas, particularmente sobre aquello que recuerden de sus más tempranas experiencias. Freud llegó a la conclusión de que lo que gobierna gran parte de nuestro comportamiento proviene del INCONSCIENTE y que esto supone que en la madurez pervive nuestra forma de enfrentarnos a las ansiedades en la más temprana edad. La mayoría de estas experiencias de la primera infancia se pierden en nuestra memoria consciente, aunque son la base sobre la que se asienta nuestra AUTOCONCIENCIA.

Desarrollo de la personalidad

Según Freud, el bebé es un ser exigente e incapaz de controlar su energía debido a su indefensión esencial. Un bebé debe aprender que sus necesidades no pueden siempre satisfacerse inmediatamente, y éste es un proceso doloroso. Según Freud, los bebés tienen necesidad de alimento y bebida sino también de satisfacción erótica. Lo "erótico" se refiere a una necesidad general de contacto corporal estrecho y placentero con los demás.
El desarrollo psicológico humano es un proceso que conlleva grandes tensiones. El bebé aprende progresivamente a controlar sus impulsos, pero éstos siguen siendo poderosas motivaciones inconscientes. Freud distingue varios estadios típicos en el desarrollo de las capacidades del bebé y del niño. Presta atención a la fase que se sitúa alrededor de los cuatro o cinco años y en la que la mayoría de los niños son capaces de renunciar a la compañía constante de sus padres y entran en un mundo social más amplio. Denomina esta fase el estadio Edípico. Los tempranos vínculos que los bebés y los niños pequeños establecen con sus padres tienen un evidente componente erótico. Si se permitiera que dichos vínculos perdurasen y siguieran desarrollándose, a medida que un niño fuese madurando físicamente se sentiría sexualmente relacionado con el progenitor del sexo opuesto. Esto no ocurre porque los niños aprenden a reprimir los deseos eróticos hacia sus padres.
Según Freud, el niño experimenta un profundo rechazo hacia su padre, porque éste disfruta de la posesión sexual de su madre. Esta es la base del complejo de Edipo, que se supera cuando el niño reprime tanto sus vínculos eróticos con su madre como el rechazo hacia su padre. Este proceso marca un estadio decisivo en el desarrollo del yo autónomo, porque el niño se ha desprendido de su anterior dependencia de los padres, particularmente de la madre.
El retrato que hizo Freud del desarrollo femenino es mucho menos elaborado. La niña reprime sus deseos eróticos hacia el padre y supera su rechazo inconsciente hacia la madre esforzándose por ser como ella, por ser "femenina". Para Freud, el modo en el que los niños hacen frente al complejo de Edipo influye profundamente en las relaciones posteriores del individuo, sobre todo en las sexuales.

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