lunes, 9 de febrero de 2009

Desarrollo inicial del bebé

Desarrollo de la percepción

Todos los niños nacen con la capacidad de realizar ciertas distinciones mediante la percepción y de responder ante ellas se pensaba que el recién nacido estaba inundado por una masa de sensaciones que era incapaz de diferenciar. Los recién nacidos reaccionan de un modo selectivo frente a su ambiente.
Desde la primera semana miran con mayor interés las superficies decoradas que las lisas con vivos colores. De ahí en adelante la capacidad visual y auditiva aumenta rápidamente. La sensibilidad para el tacto y el placer que proporciona el calor están presentes desde el nacimiento.

Llanto y sonrisa

Del mismo modo que los bebés responden selectivamente al ambiente, los adultos discriminan entre las pautas de comportamiento del bebé, suponiendo que proporcionan claves acerca de lo que quiere o necesita. Se considera que el llanto indica hambre o incomodidad, y la risa y alegría. Este mismo reconocimiento concibe dichas respuestas como acciones sociales del niño. En muchas culturas el bebé está físicamente separado de la madre la mayor parte del día. Por ello, el llanto suele ser una señal de que el niño necesita atención. En otras muchas culturas el recién nacido pasa la mayor parte de] día, en contacto directo con el cuerpo de la madre. En este caso la madre sólo prestará atención a los ataques de llanto que se consideren emergencias. Los movimientos de intranquilidad del bebé se consideran la señal principal de que necesita alimento o algún cuidado especial.
Las diferencias culturales también se manifiestan en la interpretación que se da a la risa. Todos los bebés normales sonríen, en determinadas circunstancias, un mes o seis semanas después de nacer. Un bebé sonreirá ante el dibujo de una cara que tenga dos puntos en lugar de ojos y también lo hará ante un rostro humano. La risa parece ser una respuesta innata, al ver una cara sonriente. Una de las razones por las que podemos estar seguros de ello es que los niños que nacen ciegos empiezan a sonreír a la misma edad que los que ven, esto está relacionado con las primeras reacciones que la respuesta sonriente de los bebés suscita en los adultos. Los bebés no tienen que aprender a reírse, pero sí han de aprender cuándo y dónde se considera oportuno hacerlo.

Niños y cuidadores

Un bebé es capaz de distinguir a su madre de otras personas cuando tiene unas tres semanas. Responde a ciertas características, los ojos, la voz y el modo de cogerlo. La madre sabe que el bebé la reconoce si éste deja de llorar cuando ella lo coge, si le sonríe, sí alza los brazos o da palmas o si, gatea hacia ella. En el estudio de una cultura de Uganda, Ainsworth vio que no era habitual que las madres y los hijos se abrazasen, se acariciasen o se besasen, mientras que dar palmas para demostrar placer, era mucho más frecuente que en las familias europeas.
El apego del bebé a su cuidador sólo se consolida a partir de los siete meses. Antes, la separación de la madre no ocasionara ninguna protesta específica y el bebé aceptará a otros cuidadores sin mostrar cambios en los niveles normales de respuesta. En este mismo estadio un bebé empieza a ver a la madre como a una persona especial. Sabe que existe, y es capaz de tener algún tipo de imagen de ella. Esto también supone el comienzo de la experiencia del tiempo, ya que el bebé tiene memoria de la madre y es capaz de prever su regreso.
Los primeros meses de vida de un niño son también un período de aprendizaje para la madre. Las madres aprenden a recibir la comunicación que les envía el niño a través de su comportamiento y a responder de un modo apropiado. Algunas madres son mucho más sensibles a estas indicaciones que otras. La "lectura" que hacen las madres del comportamiento de sus hijos influye notablemente en las pautas de interacción que se establecen entre ellos.
El nacimiento del cariño hacia individuos específicos marca un umbral fundamental en la socialización. La primera relación, entre madre e hijo, se convierte en algo en lo que se invierten fuertes sentimientos y sobre su base comienzan a producirse complejos procesos de aprendizaje social.



EL desarrollo de respuestas sociales

La relación entre el niño, la madre y otros cuidadores cambia hacia el final del primer año de vida del bebé. El niño o la niña no sólo empieza entonces a hablar, sino que se pone de pie. En su segundo y tercer año los niños desarrollan una creciente capacidad de comprensión de las interacciones y las emociones de otros miembros de la familia. El niño aprende a agradar, y también a molestar, a los demás.
A partir del primer año los juegos comienzan a ocupar gran parte de la vida del niño. Al principio suelen jugar solos, pero poco a poco van requiriendo a otros para jugar con ellos. Mediante los juegos los niños mejoran su coordinación corporal y amplían su conocimiento del mundo adulto. Ensayan nuevas habilidades e imitan el comportamiento de los adultos.

Desde el primer año hasta los cuatro o cinco el niño aprende también disciplina y autorregulación. Aprender a controlar las necesidades físicas y a ocuparse de ellas. Aprenden además a "comportarse" en los distintos contextos de su actividad.
Alrededor de los cinco años el niño se ha convertido en un ser autónomo que ya no es sólo un bebé sino que es casi independiente en lo que se refiere a las rutinas elementales de la vida en casa. Ya está preparado para aventurarse en el mundo exterior, puede pasar muchas horas lejos de sus padres. El niño o la niña es cada vez más un individuo. Una de las características más distintivas de los seres humanos, es su autoconciencia. Los niños no empiezan a utilizar conceptos como "yo", "mí" y "tú" hasta los dos años. Poco a poco van entendiendo que los otros tienen una identidad, una conciencia y unas necesidades diferentes de las suyas.

Teorías del desarrollo infantil

Las principales teorías sobre el desarrollo infantil destacan diferentes aspectos de la socialización. El trabajo del gran psicólogo, Sigmund Freud, se centra en cómo los niños logran controlar sus ansiedades, así como en los aspectos emocionales del desarrollo infantil. El filósofo y sociólogo George Herbert Mead presta atención a cómo los niños aprenden a emplear los conceptos de "yo" y "mí". Jean Piaget trabajó sobre numerosos aspectos del desarrollo infantil, pero sus obras más conocidas versan sobre el tema de la cognición, cómo los niños aprenden a pensar sobre sí mismos y sobre su entorno.

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